YO NO VENDO MI CABALLO
Ayer alguien me preguntó: ¿Por qué apoyas a la revolución bolivariana? Respondí: Nací en 1970 y viví los tiempos de la IV República y en esos tiempos presencié como se reprimía al pueblo cuando se quejaba por los atropellos, porque se quejaba era el pueblo pobre, no como ahora que lo hace el sector medio y la burguesía. También viví como las universidades estaban negadas para los sectores marginales, el plan de la universidad era para los hijos de los profesionales y uno que otro hijo de trabajador que lograba con astucia colarse (si dudan lean el libro de una Venezuela a la otra de Arturo Uslar Pietri) Vi como en una familia los hermanos mayores sacrificaban sus vocaciones trabajando a muy temprana edad para que los menores estudiáramos.
Juro que vi a muchachas muy jóvenes casándose con viejos verdes para atenuar la pobreza, estos ojos vieron familias quebradas por enfermedades incurables mercantilizadas por las clínicas privadas. También vi como la mujer era maltratada sin que hubiese una ley que las protegiera. Me cansé de ver niños de la calle sin meter que a veces yo fui uno de ellos.
Vi a mi madre sudando la gota gorda para comprar útiles y uniformes escolares. (Que bien nos hubiese caído una Canaimita) sentí el desprecio de ciertas personas porque mi padre era comunista. En los tiempos de Luís Herrera Campins los de mi barrio corríamos en los maratones de su gobierno porque los premios eran unas bolsas de comida de Corpomercadeo Agrícola (No hacíamos cola corríamos tras la comida).Mi escuelita tenía más problemas que soluciones.
Los centros de salud eran centros de desesperanzas, recuerdo que tener un morral era lujo, cargábamos de a seis cuadernos en una sola mano, te compraban un lápiz mongol y si lo botabas te metías en un lio. No sabíamos de política, ni de economía y mi abuela murió sin tener pensión, porque para esa gente ser ama de casa era renunciar a ese derecho.
Una vez me subí por la pared del Estadio La Carolina en Barinas para ver un juego entre el Zamora y el Estudiantes de Mérida, un guardia me descubrió, me bajó y me dio un planazo (tenía 12 años). En mi barrio todas las bodegas tenían un cuaderno crediticio donde eran residentes los nombres de las madres del barrio, lo poquito que se ganaba ya estaba empeñado en un eterno espiral donde a veces la necesidad superaba al ingreso y te congelaban el fiado. Tener una bicicleta era la petición más común que se le solicitaba al niño Jesús que extrañamente era complaciente con los más pudientes, mientras que nosotros nos teníamos que conformar con unas pistolas de fulminantes.
Pudiera hablar de más de cosas pero debo ir a frapom que está ubicado en el antiguo Cine Imperio a planificar nuestro congreso y celebrar 10 años de lucha, congreso que en el pasado hubiese sido reprimido por la Disip y el atrevimiento de haber tomado un cine abandonado para hacer revolución, simplemente hubiese arrebatado mi vida y por supuesto con estas líneas…por eso apoyo a Maduro, apoyo el legado de Chávez, yo no vendo mi caballo ni por cien colas en PDVAL.
Guillermo Vizcaya 2015
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