FRAPOM: NUEVE AÑOS DE SIEMBRA REVOLUCIONARIA

Cuando aún no había llegado al país el monopolio de Cines Unidos que fue acabando hasta con las salas tradicionales de los pueblos que ni siquiera tuvieron la alternativa de una nueva, cuando todavía la proliferación de centros comerciales era una moda naciente, cuando a la gente le seguía quedando como referencia reunirse en las plazas para esparcirse, saludarse o dar vueltas a su alrededor, existía el Cine Imperio. Un día cerró y, con el correr del tiempo, fue padeciendo ruinas, convirtiéndose en refugio de indigentes y alimañas. Quien se iba imaginar que, años después, unos jóvenes con los cojones y ovarios bien puestos tomarían ese lugar para irlo transformando en lo que es hoy: un espacio para el arte revolucionario y constructor del socialismo bolivariano y chavista. Como, quienes asistíamos a ese cine, en la oscuridad de la platea, con las imágenes reflejadas en la pantalla y el sonido amplificado de tal o cual película, podríamos descifrar, en aquella época, las claves de este acontecimiento que, posteriormente, iría marcando la pauta del quehacer cultual insurgente en la ciudad y más allá de sus fronteras. Aquí, es donde comienza la historia de esta brevedad de la memoria. - Uno va aprendiendo ante lo previsible e impredecible de la vida.

Una vez (hace seis años), un ex integrante de Frapom me invita a una plenaria y fui, con mucho recelo, a esa reunión semanal. Recelo porque a los cincuenta (edad de entonces) no se sabe si un colectivo conformado por gente con un promedio de edad de menos de 30 años (para el momento) lo va a aceptar a uno en sus filas. Fui notando, después, que no era el único y que sólo el compromiso y la práctica son los que determinan si se pertenece o no a una trinchera de vanguardia revolucionaria (¿Cuantos jóvenes cronológicos demostraron ser viejos de conciencia al renunciar a la formación, al compromiso y al trabajo innovador?). Hoy, a nueve años de la creación del Frente Revolucionario Artístico Patria O Muerte y en plena lucha contra el capitalismo, por la construcción de las comunas como verdadero legado de Hugo Chávez, se es capaz de vencer cansancios, dolores, achaques, prejuicios, desafueros porque los logros y resultados hablan por sí solos, porque ha crecido el espíritu de lucha, porque se ha ampliado la visión del "hombre nuevo" y de la Venezuela y América Latina y caribeña revolucionarias que queremos y hacemos, porque por encima de esta lucha no hay más nada, porque no hay desmayo posible ante el reto de seguir adelante sabiendo que falta mucho camino por recorrer en la escalada hacia el socialismo.

Hace poco, veía a unos jóvenes en escena y la mente se trasladó a los tiempos de las viejas películas en ese mismo lugar y me dije: "Tus canas no pueden ser sino un premio al esfuerzo colectivo y la decisión de pelear por un mundo diferente. Ahí, está frente a ti, no una pantalla sino un escenario hecho a varias manos con el sudor de los locos que creen en esta vaina." Más recientemente, actuando frente al público, vi sonreír la gente en señal de triunfo, aunque en las calles y sus alrededores aún respire la miseria de todo tipo. Así son estos "cambios de época", así son estos signos de la historia: contrastes, contradicciones, avivamientos, acercamientos, coincidencias en los cuales ganan quienes no se quedan como meros espectadores en una butaca sino que saltan al ruedo de las causas para ser actores, actrices, creadores(as), sujetos de transformación de una sociedad que nos reclama. Viva Frapom, vivan sus objetivos de lucha, viva su siembra!

 

Oswaldo Blanco.